martes, 11 de marzo de 2014

Antonio Machado

CANTE HONDO


Yo meditaba absorto, devanado
los hilos del hastío y la tristeza,
cuando llego a mi oído, 
por la ventana de mi estancia, abierta
a una caliente noche de verano,
al plañir de una copla soñolienta,
quebrada por los trémolos sombríos
de las músicas magas de mi tierra.
...Y era Amor, como una roja llama...
-Nerviosa mano en la vibrante cuerda
ponía un largo suspirar de oro,
que se trocaba en surtidor de estrellas-.
...Y era Muerte, al hombro de la cuchilla,
el paso largo, torva y esquelética.
-Tal cuando yo era niño la soñaba-.
Y en la guitarra, resonante y trémula, 
la brusca mano, al golpear, fingía
el reposar de un ataúd en tierra.
Y era un plañido solitario el soplo
que el polvo barre y la ceniza avienta.




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